... ya los botes, not& 243; que estaban a& 250;n desiertas, y encaminose resueltamente a la barca de Marcelo.Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI ...
... Luego, entre risas y expansiones, la partida desapareci& 243; en un bajo, y don Anacleto en un abra del monte.Grito de gloria de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII ...
... realismo de este cuadro; y cubriendo con la manta los despojos, de all& 237; se arranc& 243; violentamente.Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI ...
... ;scara hacia el rumbo del escuadr& 243;n, y dejose caer desvanecida en su lecho de tr& 233;boles y gramillas.Ismael de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII -XIII -XIV ...
... propios br& 237;os, con la misma asombrosa facilidad con que los exasperaba y embravec& 237;a en hora oportuna.Ismael de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII -XIII -XIV ...
... venas de Bernab& 233;- uno de los orientales m& 225;s bravos que haya abortado la leonera de los caudillos.Ismael de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII -XIII -XIV ...
... ;o adusto, se hallaba enmedio de la glorieta.Era Ra& 250;l Henares.Brenda no se movi& 243; de su sitio.Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII ...
... 237;as lastimadas al contacto de la & 171;ca& 241;a& 187;, la gorgoratada fue completa sin burbujear ni un momento.Ismael de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII -XIII ...
... primera vez las l& 225;grimas saltaron a sus ojos, y al rodar, cayeron en sus labios como gotas de fuego.Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII ...
... cuidados. ¡Se sent& 237;a tan bien en medio de ellos cuando vigilaba la tarea sentada en un tronco junto a la cruz Grito de gloria de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI ...
... no los pertenece por derecho. Porque...Y ahog& 225;ndose, hab& 237;a huido don Carlos a su escritorio.Grito de gloria de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII -XIII -XIV ...
... ansiaba por el sol y por la gloria. Las dos cosas deb& 237;an obtenerse en todo ese d& 237;a tan suspirado.Ismael de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII -XIII -XIV -XV ...
... arrojar una imprecaci& 243;n, pero un nudo se atraves& 243; en su garganta: apenas sali& 243; un quejido.Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII ...
... desgracia parec& 237;a reanudarse a la distancia para servir de precedente necesario a una profunda simpat& 237;a.Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X ...
... & 243; la mano hacia aquel sitio solitario, y murmur& 243; sonriendo de una manera singular.-& 161;Ella era Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI ...
... ;s... Pero, & 191;has visto los aires de Tula del brazo del doctor de Selis? & 161;Ya hecha, una alcorza Brenda de Eduardo Acevedo DíazPrólogo -Brenda -I -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII ...
... a estrecharlo, resbalose suavemente y quedose acostada a su lado, exang& 252;e, tiesa, sin temblores.Grito de gloria de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX -X -XI -XII -XIII -XIV ...
Ismael& 160;: 23de Eduardo Acevedo Díaz Los montes extensos del R& 237;o Negro, ... v& 237;ctima como m& 225;s d& 233;bil.Ismael de Eduardo Acevedo DíazI -II -III -IV -V -VI -VII -VIII -IX...
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